El segundo tipo de edificio griego en orden de importancia,
después de los templos, son los teatros, siendo los primeros edificios en
Occidente destinados a espectáculos. Cada ciudad griega contaba con uno.
Los teatros se usaban tanto para reuniones públicas como
para interpretaciones dramáticas. Estas actuaciones se originaron como
ceremonias religiosas vinculadas con el culto a Dionisos; evolucionaron hasta
asumir su estatus clásico como la más alta forma de cultura griega en el siglo
VI a. C.
Se construían al aire libre, sobre una colina en las afueras
de la ciudad. Las gradas tenían forma semicircular y se asentaban en la ladera
de un cerro. De esta forma aprovechaban la inclinación natural del terreno,
para permitir que todos los espectadores vieran el escenario sin obstáculos y
sin necesidad de alzar grandes y costosas estructuras arquitectónicas.
Conseguían teatros que podían acomodar hasta 15 000 espectadores, cifra que aún
hoy parece muy grande (los teatros actuales más grandes tienen menos, y ni
siquiera los teatros romanos llegaron a ese tamaño). A este graderío
semicircular se le llama Koilan, Cávea o theatron. A partir del siglo IV a. C.
se realiza en piedra.
Las gradas estaban en torno a un círculo central, llamado
orquesta (orchestra). Tenía el suelo de tierra. Allí se colocaban los músicos,
se bailaba y se situaba el coro que relataba la acción de la obra y actuaban
mientras los actores se cambiaban e incluso junto a estos. A veces en la
orquesta se colocaba la thyméle, el altar del dios Dioniso.
El escenario quedaba detrás de la orquesta, y estaba cerrado
por un sencillo muro. No obstante, con el tiempo se diferenció el proscenio
(proskenion) y la escena (skené), actuando los actores en el primero y
dejándose la segunda para almacén, vestuario y telón de fondo. En principio
estaba al mismo nivel que la orquesta y luego se elevó. En los laterales
estaban los parodos o parodoi, pasillos que separaban el auditorio de la
escena.
Es en la época clásica cuando los edificios de los teatros
se fueron haciendo más importantes. Se considera que el más antiguo es el de
Dioniso en la falda de la Acrópolis de Atenas, pues su construcción se inició
en el siglo VI a. C. No obstante, su aspecto actual se corresponde con la
transformación sufrida en el siglo IV, cuando la anterior construcción
rudimentaria se sustituyó por otra de piedra equiparable a los de Delfos o
Epidauro.
De los teatros que sobreviven prácticamente intactos, el más
conocido es el de Epidauro, erigido por Policleto el Joven alrededor del 350 a.
C. Es el mejor conservado, y en él se puede apreciar un espacio circular para
el coro y el graderío sin divisiones. Ya en la Antigüedad fue considerado el
más bello «por su armonía y belleza» (Pausanias). Cuenta con una acústica
excepcional; tiene una capacidad para 14 000 personas.
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